Hubo un anciano de pelo blanco que decidió  iniciarme en el complejo mundo del ajedrez no calculando que el tiempo que le restaba no era suficiente para enseñarme a jugar. Así él se marchó dejándome sola ante el tablero, con una única lección en el bolsillo, el movimiento de las piezas.
¿Cómo castigar a quien no puede ser castigado? ¿De quién es la culpa cuando el culpable, consciente o no de sus errores, no va a ser culpado? Éste dilema, tan antiguo como la vida misma, ha sido resuelto a lo largo de la historia con la creación de instituciones que de modo riguroso y oficial,
La loca de mi casa jamás ha leído un libro, no sabe leer. No sabe que es contemporánea de Rosa Montero, no creo siquiera que sepa quién es. La loca de mi casa nunca fue al colegio, no pudo aprender a escribir. No sabe de reglas de ortografía ni conoce la gramática más elemental y aún así ha publicado
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