El niño de los azotes


¿Cómo castigar a quien no puede ser castigado? ¿De quién es la culpa cuando el culpable, consciente o no de sus errores, no va a ser culpado?

Éste dilema, tan antiguo como la vida misma, ha sido resuelto a lo largo de la historia con la creación de instituciones que de modo riguroso y oficial, han canalizado esa culpa buscando quién se responsabilizara de ella, o dicho de otro modo, quien recibiría los azotes en nombre de los todopoderosos.

En el argot más actual, me refiero a los llamados chivos expiatorios, traducido a todas las lenguas y algunas más, yo prefiero hablar del “niño de los azotes”, va más con mi condición de Reverenda Madre.

En las monarquías de los s. XV y XVI se partía de la base del divino derecho de los reyes, por el cual se entendía que el monarca era designado por Dios, y ante la imposibilidad de los tutores y mentores de los príncipes de castigar a éstos por dicho derecho, sólo el Rey podía hacerlo y rara vez se encontraba con los hijos, ni en estos menesteres ni en otros. Así ingleses y alemanes implementaron una astuta manera de educar a los vástagos de la divina gracia, “los niños de los azotes”.

A cada hijo de rey se le asignaba desde su nacimiento un “niño de azote”, que sería su compañero de juego, su confidente, su amigo, y quien recibiría los castigos que no podían impartírsele. Así pues, aún cuando gozaban de un alto status en el reino y pese a ser criado junto al futuro rey, quien cargaba con las culpas del díscolo príncipe, y los correspondientes castigos era el joven elegido para tal fin.

A día de hoy esos príncipes siguen vivitos y coleando, miren a su alrededor, en todas y cada unas de las instituciones, incluidos organismos oficiales y oficiosos, delegaciones de todas clases, sectores públicos y privados. Y la institución de la somanta consolidada, tanto es así que aquellos niños ya son adultos y sus posaderas se han encallado de tanto flagelo.

Moraleja, siempre habrá quien cargue con las culpas y errores de los poderosos, voluntarios consentidores, o elegidos al azar. Siempre hay quien recoja sombras para que otro brille, si no con luz propia, “enchufado”, que las eléctricas tienen para todos.

Pero oigan bien a esta instruida abadesa que de esto algo sabe y para sí guarda si participa y en qué papel; las durezas del glúteo se vuelven contra sí, se rebelan, y el niño que ha recibido adiestramiento militar en su más alto grado, el que ha sido escudo real, se torna espada… o pluma. Aquel que además de juguetear con el príncipe ha servido de juguete ya conoce bien las reglas del juego, y puede en cualquier momento empezar a jugar sólo. Porque el “niño de los azotes”, el que ha sido magistralmente educado, el que ha permanecido siendo tiniebla, el que ha prestado constantemente su culo, a día de hoy está preparado para patear el de cualquiera, incluyendo el de quien lo es por gracia divina. Siga pues la institución, eso sí, rebelada.


Siempre vuestra, 
La Abadesa.

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12 ruegos:

  1. No sé quién me inspira menos respeto, si aquéllos creyéndose con la omnipotencia de ejemplarizar con castigos o aquellos disciplinados creyéndose con la equidad meritoria de poder, en cualquier momento, empezar a jugar solos conociendo bien las reglas del juego pateando a cualquiera. Nada más ominoso que hacernos víctimas de nuestra propia desgracia para así redimir e imputar, libres de culpa, nuestros escarmientos.

    ¿Qué diferencia habría entonces?

    En mi vocabulario no concibo ni el término ni el concepto culpable, consciente o no de sus errores, y poco glorioso eso de castigar, qué quiere que le diga.

    A pesar de la discrepancia, he de admitir que entre las paredes de su convento hallóme en casa, deseosa estaba de encontrarme entre ellas porque ¿sabe?, tengo tendencia a refugiarme en templos religiosos cuando me urge tropezar con mi circunspección, nada que ver con la fe católica, supongo que fruto de mi viejo apostolado… Con su venía, me reservo esta celda de aquí cerquita de su persona y de sus novicias, que me tienen fascinada.

    Fiel devota de sus letras.
    La catilinaria

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    1. Querida hija mía, el respeto se gana de a poquito, no es cuestión de inspiración alguna. En cuanto a las diferencias entre ser elegido al azar o por gracia divina, creo que tiene usted bastante razón, son pocas o inexistentes; el azar es divinamente gracioso en la mayoría de las ocasiones, aunque es un humor que no entiendo y por ende no comparto.
      En todo lo demás me temo que estamos en posicionamientos muy encontrados. Y no se quede usted en lo meramente anecdótico, vaya usted más allá. Aquel que conoce bien las reglas pudiera desarrollar una gran partida, una hermosa jugada, sin tener porqué redimirse, ni vanagloriarse, y por supuesto sin imputar, ni castigar...porque sí.Si bien es cierto que esto es el ideal, la premisa que subyace en todo mi "relato", no es menos cierto que no es lo que suele suceder, el hombre es el peor de todas las criaturas y esto es dogma de fe.
      Las mayorias de las cruzadas tienen intereses oscuros, que no quiere decir ilegítimos o ilegales, ni siquiera tienen porqué ser injustos.No hay víctimas ni verdugos,hágame caso, sólo hombres enfrentados deseosos de PODER, que pueden intercambiar papeles en el momento más inesperado, y a menudo son conocedores de ello.
      Siempre habrá conspiraciones en todo lo que suponga jerarquías, asi ha sido y así seguirá siendo,mal que nos pese. En cuanto aquello de la culpa, lo conciba o no, término o concepto, como bien diría la Bruja del Este..." es lo que hay".
      Yo, que se lo que es estar intra muros, tengo la certeza que los azotes nunca estarán demodè. Del mismo modo que sé que personas como usted bien merecen prestar espaldas, puesto que devuelven la humanidad al género que de diario la va perdiendo.
      Sea bienvenida a mi humilde morada, es un placer para mis novicias y un verdadero honor para mi persona.
      Siempre suya, La Abadesa

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    2. “No voy a interpretar nada, me limito a leer y releer… ” ¿Le suena, Madre? Pues eso hice, leer y releer quedándome en lo meramente anecdótico. Ahora bien, ya que me solicita que vaya más allá, voy más allá. Estamos de acuerdo que solo siendo conocedor de las reglas se pudiera desarrollar una gran partida, pero no emulando homogéneas tácticas, ni patrones. Solo siendo conocedor de las reglas se evita las mismas faltas, los mismos desaciertos, los mismos yerros… para así promover una profunda renovación, que falta hace.

      De esta vida no aprendo nada más que a seguir sin comprender, sin ídolos, sin religión y, por supuesto, sin dogma de fe. El hombre es el peor de las criaturas, empero opto por la singularidad y la excepcionalidad por lo que sí, creo en el hombre y aunque así ha sido y así seguirá siendo, no implica que no pueda ser de otra manera… ¡Ay, ay, ay, Madre, que el aroma de esas rosas le tienen demasiado embriagada! Y lamento recordarle que ya apestan a putrefacción, al igual que los altos vuelos de las gaviotas.

      Lejos, siempre muy lejos de “es lo que hay” porque es tiempo de cambios, ¡gracias a Dios!

      Por cierto, el respeto se tiene o no se tiene, pero ¿qué se gana de a poquito? ¡Ja! Y dígame, ¿cómo se pierde?, de a poquito también ¿no? Eso sí, ve usted, su persona cuenta con el mío solo y exclusivamente si saca de una maldita vez el morapio ése que tiene ahí guardado porque ya está bien, no voy a decir ni una palabra más hasta que no lo saque. Pero no el que emplean para la consagración, no, no, el otro… ése, ése… er güeno.

      He dicho,
      La catilinaria

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  2. Espero esa rebelión de los “niños de los azotes”, y si tengo que elegir prefiero que cojan la pluma y no la espada. Pero lo dudo, aunque sabedores de las reglas del juego parece que hasta día de hoy, y han pasado siglos, no ha habido esa gran partida y hermosa jugada que dices.
    Si no recuerdo mal los “niños de los azotes” eran elegidos de entre la nobleza, no valía cualquiera, o sea, elegidos por los dirigentes de entre los dirigentes, así que no solo se educaron como sus príncipes si no que se convirtieron en sus cómplices, aceptando las reglas del juego, conociéndolas para no cambiarlas y removiéndose, que no rebelándose, sólo en su beneficio. Pruebas seguimos teniendo de esto.

    No entro en los castigos, ni en la gracia divina, que me conozco, pero me sigue chirriando la palabra culpa, intento quitarla de mi alrededor, como una mala costumbre, porque creo que nuestra herencia judeo-cristiana nos ha dejado ese poso, no hay nada mejor que la culpa para controlar a los pobres mortales. De eso vive la gran institución.

    Después de tanto rollo, en realidad yo venía a decirte que me gusta tu convento, suelo entrar en ellos con recelo pero en el tuyo me encuentro como decía aquel “taaan agustiiitoooo”.

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  3. putos príncipes ...
    una vez dicho esto, prosigamos.
    querida reverenda madre estamos rodeados de golfos y desesperados. esta es la triste realidad. las demás "clases" de personas cada vez Somos menos ... já, toma pegote.
    los que tienen mucho quieren más, ya sea dinero o poder y se valen de los desesperados para conseguirlo, lo vemos casi a diario en las noticias (puta libertad de prensa … si por ellos fuera), lo que viene siendo principitos de saldo y esquina haciéndose de oro gracias a pobres desesperados de sueldo base, si es que lo tienen.
    Pero tengo la sensación de que ensalzas a los niños de los azotes al final y creo que te confundes.
    Puede que inocentes en un principio, éstos no son ni golfos ni desesperados, semigolfos si me permites. son los que suelen cargar con culpas y errores cierto, pero están en medio de ambos y son muy consentidores, muy sabedores de su rol, demasiado compañero y demasiado confidente como para acabar siendo inocente. Los que lavan los trapos sucios del golfo oficial para que el golfo oficioso no reciba los azotes claro. Tenemos tantos ejemplos en la actualidad. Tipos encallados en la golfería, de los que se levantan la chaqueta para que le veas la pistola y el pobre desesperado se cague de miedo.
    El golfo como golfo es detestable, pero el niño azotado o semigolfo quizás lo sea más porque añade a la golfería intrínseca necesaria la mala leche que va cultivando por la imposibilidad de ser el golfo oficial ya que la gracia divina no le favoreció y la necesidad de buscar y no encontrar, claro, a otro que reciba los palos.
    en definitiva creo que los semigolfos son más peligrosos y más cabrones … uuuffff perdón por la palabrota que estoy en un convento!!!.
    El dilema final de todo esto es pensar que a alguien no se le pueda castigar/condenar por sus golferías solo por su divino estatus, eso si que da miedo…
    atentamente, saludos de lo que parece ser una noviciA más...

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  4. Mi querida Moski, y sr. D.kanha, sintiéndolo mucho sigo en mis treces, que con la Iglesia hemos topado.
    Golfos, pseudogolfos y/o canallas hay en toooditos los ámbitos y sectores, de acuerdo, además creo recordar que asi lo afirmo en mi homilía.
    Que el hombre es un lobo para el hombre y tal, también. Que las gracias divinas nos han costado sangre y sudor, of course. Pero hijos mios!!! ¿¿Cuando un niňo de azote ha podido elegir?? Lo más que podia clamar era piedad para que no le siguieran caneando, o fortaleza para no caer agotado. Un niňo no cuestiona, asume y obedece. No llegó ninguno a edad adulta siendo aquel, pues el príncipe se tornaba rey y al pequeňo, adiós muy buenas. Por lo que poca o ninguna oportunidad de venganza o sentimiento similar le quedaba, lo más traumas infantiles que para la época no se estilaban.
    Mi opinión pretendia ir más allá, alejándome de culetes endurecidos y queriendo llegar al conocimiento más puro del juego. Sin trampas ni cartón.
    Conocer y entender las reglas no implica más que eso, al menos en principio. Pero si te armas de valor, si sabes medir y medirte y teniendo oportunidad, ¿quien mejor rival para jugar?
    Los hombres se crecen ante retos y dificultades, y en lo más profundo de mi ser, me gusta pensar en positivo,confiando en una raza totalmente desprestigiada, principalmente por mi gremio, y esperar el "alcorconazo".
    Llegará un equipo de niňos que habiendo sido azotados sabrán seguir adelante. Sin rencores ni odios. Y nos enseňarán que hay muuuchos modos y maneras. Yo que reitero mis conocimientos de intrigas y confabulaciones, de artimaňas y demás tácticas para ocupar posiciones, no olviden que ando entre conventos y que NO he confesado participación alguna en aquellas, miro a diario a mis nivicias, y las miro a la cara. Y confio que bien merece la pena seguir intra muros, para que ellas no entiendan de clausuras.
    Siempre vuestra, La Abadesa

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    1. querida abadesa... quien habla de niños?? yo no. te has quedado con el dato histórico y yo me quedé con la metáfora histórica. hablo, como pensaba era evidente, de los Francisco Camps, Ricardo Costa, Carlos Fabra, y demás fauna ibérica http://soliobrera.cnt.es/secciones/934-lista-de-politicos-imputados-por-corrupcion-y-que-a-pesar-de-todo-estan-presentes-en-la-politica.html golfos y golfas todos que hacen lo que quieren con nosotros pobres desgraciados. hablo de sus manos derechas y las izquierdas también, semigolfos todos de gatillo, lengua y mano fácil. todos estos conocen y entienden las reglas del juego pero y que?? se ríen de la justicia y de todos nosotros que les costeamos sus golferias. de banqueros sin escrúpulos que nos roban nuestro dinero y luego los rescatan con un dinero que también es nuestro, pero esto que és????
      a eso y solo eso me refería y no a virginales preadolescentes del medievo que no sabían lo que se les venía encima... o si???
      sin mas datos que aclarar, se despide este humilde siervo

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    2. “Un niño no cuestiona, asume y obedece.” Su usía no ha visualizado nunca los espacios televisivos Supernanny o Hermano Mayor ¿no?

      Pregunta,
      La catilinaria

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    3. Querida Abadesa, no lo sienta, ya sabía que con la iglesia había topado y que seguiría en tus treces…he ahí lo divertido de todo esto, que otras por menos cierran el chirinquito.

      No tengo ni idea de lo que les pasaba a los niños de los azotes alcanzado el reinado de su príncipe, pero dudo que fueran relegados sin más. Recibiendo la más alta educación, compartiendo juegos y demás con su futuro gobernante y pertenecientes a la nobleza, que ambas sabemos que eran los que formaban el séquito, gabinete, consejo o llámese como quiera en los que se apoyaba, confiaba, influían y muchos hasta decidían por el rey, imagino que alcanzada la edad adulta formarían parte del círculo cercano a su rey otrora príncipe. Si el destino de estos niños fuera recibir los azotes para luego ser relegados con un adiós muy buenas como dices, los hubiesen elegidos de la clase más inferior, aquella que no participaba en las reglas del juego, los que solo les quedaba obedecer y los que se llevaban no azotes sino hostias del príncipe, del rey, de su séquito…

      Yo también iba más allá, hablaba figuradamente no quedándome solo en la imagen de un pobre niño de culete endurecido por castigos indirectos… que esto ablanda al más duro del oeste. Como tú, también soy conocedora de intrigas y confabulaciones, luchas de poder y tácticas para ocupar posiciones, y en todos estos años, y son muchos, ninguno de los que están ahí están llegan en contra de su voluntad, incluido el niño de los azotes, sigo hablando metafóricamente. Así que sí, elige participar.

      Y será por los años que te saco querida Abadesa, será por que en estos he estado cerca no solo de los que conocen las reglas, sino de los que las diseñan, pero nunca he visto que este conocimiento vaya para mejorarlas, sino para limpiarse el polvo y reubicarse en las parcelas de poder. Oportunidades han tenido y seguirán teniendo, medir y medirse lo hacen pero para seguir en esos puestos, valor es y parece que continua siendo el gran ausente de esa ecuación. El valor se tiene, no se le supone como decía “la blanca”, los que lo tienen no se arman de él, sale innato y protestan, denuncian y se rebelan contra reglas y dirigentes, oficiales y oficiosos, asumiendo desde el principio las consecuencias sin medirlas, que en el mejor de los casos “se quedan con el culo al aire” y perdona mi lenguaje en este santo lugar.

      Por eso te decía que esperaba la rebelión de estos niños pero el tiempo me ha hecho más pesimista que tú. No quiero clausuras, ni para tus novicias ni para nadie, esta ha sido una de mis batallas por la que he recibido no azotes sino hostias como panes, incluidas las de los niños de los azotes.
      Espero que tu positivismo se cumpla y llegue ese "alcorconazo", en vos confío.

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  5. Ains queridos hijos mios!! La que tengo formada yo solita de tan oxidada que estoy para con las letras. Tengo poner más orden porque me creo que me expresé demasiado oscuro, incluso para mi.
    A ti, don K, tooodita la razón con esa lista interminable de fauna ibérica, un apunte sólo, todos son cabezas o cabecillas a las claras, no me referia yo a ellos. Anterior a las cúpulas hay un falso techo donde residen los puros de corazón, pocos pero suficientes para desde dentro empezar la partida, esos debieran ser los elegidos, los que siguen creyendo y no se creen.
    A la sra. Catilinaria, mire usted, yo no visiono, a dios gracias, más que aquello que me reporte unas risillas junto a mi jardinero fiel, que para pasar angustias ya tengo bastante en los conventos.
    Por último, mi querida SRA Moski, sólo usted supo entenderme, la experiencia es un grado. Reconociendo siempre que mi exposición no resultó y fue mea culpa (sepan aceptar que en mi vocabulario este término es aceptado y a menudo hasta se sienta a comer a la mesa) sí logró vislumbrar lo que muy en el fondo quise decir.
    Confío que llegue ese día, esperanzada en mis novicias y porqué no en aquellos a los que reclamo que..."PARIS BIEN VALE UNA MISA"
    Siempre vuestra, La Abadesa

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  6. Por la boca de la mediocridad muere la santa madre. No te digo na y te lo digo to.

    Siempre suyo

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    1. Toda la razón. Pero a los tres dias, resucita.
      Y tómese un descanso hijo, que hasta el más divino de todos lo hizo.
      Siempre suya, La Abadesa

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